El cuerpo humano, cuenta con su propia regulación del tiempo. Mientras que el ser humano precisa de inventar un reloj para poder regular toda clase de horarios, el cuerpo tiene su propio reloj biológico, encargado de regular todas las funciones fisiológicas del organismo para que estas sigan un ciclo regular que se repita cada 24 horas. Este reloj biológico es conocido como los ritmos circadianos, que se producen de forma interna, dentro del cuerpo de cada persona.
De este modo, el cuerpo regula su estado y, por ejemplo, asocia una mayor actividad fisiológica al día, mientras que por la noche llegan a disminuir todas estas funciones, como que, por ejemplo, el cuerpo entra en letargo, reduciendo también la temperatura de este hasta los 35º, donde también se reduce la presión sanguínea o la secreción de hormonas.
La importancia de cuidar los ritmos circadianos
El problema de todo este asunto es cuando estos ritmos no se corresponden con el comportamiento humano, como, por ejemplo, cuando se duerme por el día y se trabaja por la noche. A veces, por motivos laborales, principalmente, resulta complicado el poder adaptarse a los ritmos circadianos y, por lo tanto, con el paso del tiempo, estas alteraciones pueden llegar a condicionar la salud física en algunos aspectos derivados de tener menos horas de sueño o disponer de un menor descanso.
Esto es un problema, ya que, si no disfrutamos de un correcto descanso, podemos tener algunas consecuencias a largo plazo, como un deterioro de la salud física o de nuestro sistema inmunológico. En la medida de lo que se pueda, siempre es recomendable el poder adaptarnos a estos ritmos, para poder disfrutar de un estilo de vida mucho más saludable y evitar, por lo tanto, toda esta clase de problemas derivados de dichas alteraciones.
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