El yodo es un mineral esencial para el desarrollo del sistema nervioso del feto y la síntesis tiroidea de la madre. Descubre qué otras ventajas aporta este micronutriente.

Consumir yodo durante el embarazo y la lactancia es necesario para la función hormonal de la gestante, el crecimiento del feto y su desarrollo cerebral. La deficiencia del mineral es asociada a consecuencias como el desequilibrio tiroideo y un coeficiente intelectual bajo.

Además, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) menciona que la carencia de yodo es la causa más frecuente y prevenible de deficiencia mental. Tanto para el neonato como para la madre, existen beneficios a largo plazo si la dieta contempla el micronutriente más hierro, zinc, ácido fólico, ácidos grasos omega-3 y vitaminas del grupo B.

– Razones para consumir yodo durante el embarazo y la lactancia

En el embarazo, el mineral es clave para la formación de los órganos del bebé. Y en la etapa de amamantamiento colabora con la nutrición adecuada del niño, mientras se da la transición a los alimentos sólidos.

La publicación Progresos de obstetricia y ginecología añade que durante el embarazo se debe consumir más yodo, ya que la excreción renal de la mujer aumenta y una parte se deriva de la placenta al feto. ¿Por qué otros motivos es importante consumir yodo?

Regula funciones corporales

Este elemento es relevante para la regulación de funciones como la temperatura corporal. Asimismo, tiene particular incidencia en la frecuencia cardíaca. La Revista Española de Cardiología expone que la operatividad correcta del sistema endocrino es esencial para la salud cardiovascular.

Evita el hipotiroidismo

La insuficiencia de yodo podría provocar hipotiroidismo, debido a la disminución de la actividad biológica de las hormonas tiroideas a nivel tisular, como aclara la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica. En el caso del hipotiroidismo congénito primario, hay poca expresividad clínica en neonatos. Transcurrido el tiempo, entre otras características se manifiestan las siguientes:

  • Apatía.
  • Fatiga extrema.
  • Aumento de peso.
  • Intolerancia al frío.
  • Estreñimiento persistente.
  • Disminución de la memoria.
  • Reducción de la temperatura basal.

Minimiza el riesgo de hipotiroxinemia

La falta de yodo en el organismo de una embarazada podría desencadenar hipotiroxinemia. Es una anomalía que aparece cuando los niveles de concentración de tiroxina (T4) están por debajo del rango normal, argumenta Endocrinología Pediátrica.

Para el feto, las repercusiones de una hipotiroxinemia son negativas en cuanto al desarrollo intelectual y psicomotor.

Disminuye la probabilidad de aborto

Un artículo del boletín Endocrinología y Nutrición hace referencia a trabajos epidemiológicos que demuestran que la deficiencia de yodo grave aumenta las tasas de infertilidad y de abortos, de mortalidad neonatal, de deformidades congénitas y bajo peso al nacimiento.

Previene el cretinismo y el bocio

El cretinismo es un tipo de discapacidad intelectual y física. En ocasiones, originada por la falta de yodo en el embarazo y la lactancia, lo que perjudica la función de la hormona tiroidea. La enfermedad evidencia retraso en la inteligencia y malformaciones corporales.

Por su parte, el bocio es el ensanchamiento de la glándula tiroides. La inflamación se hace visible en el cuello.

Alimentos que contienen yodo

La madre transmite al niño el micronutriente cuando lo amamanta. Aunque existen suplementos de farmacia, la mejor forma de consumir yodo es a través de una dieta saludable.

Sazonar las comidas con sal yodada es una alternativa. Incorpora en tu menú alimentos como los pescados de mar y los mariscos, la leche y el yogur bajo en grasa, la crema de maíz, el cereal de salvado de trigo, las ciruelas secas, el jugo de manzana, los huevos y el pan enriquecido.

No se trata de no consumirlos, pero hay alimentos con poco yodo y debes tenerlos en cuenta:

  • Frutas.
  • Especias frescas.
  • Pasta sin sal.
  • Galletas saladas.
  • Arroz.
  • Miel.

¿Cuál es la cantidad adecuada de yodo durante el embarazo y la lactancia?

La Oficina de Suplementos Dietéticos, perteneciente a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), puntualiza que la cantidad de yodo que diariamente necesita el organismo depende de la edad. Para las embarazadas el valor recomendado es de 220 microgramos y para las lactantes es 290 microgramos.

Una vez que el niño pase a la nutrición complementaria, debe continuar el consumo de alimentos yodados, además de la leche materna. Tanto el ginecólogo como el pediatra recetarán, si lo amerita el caso, algún suplemento con el mineral.

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