Tener un gato en casa no solo representa un gasto añadido para la economía familiar sino que también demanda más cuidados y responsabilidades, lo cual puede ser abrumador cuando ya hay niños en casa. Muchos padres también temen que la mascota pueda hacerle daño a los pequeños.

Sin embargo, lo que muchos de estos padres no conocen es que tener un gato puede reportarles muchísimos beneficios a sus hijos. De hecho, ya no solo se les considera simples animales de compañía sino también como “terapeutas” puesto que desempeñan un papel esencial en el tratamiento de diversas alteraciones.

Gatoterapia: Felinos que curan

La gatoterapia, como su nombre lo indica, es un tipo de terapia en la que se recurre a los gatos para tratar diferentes alteraciones, sobre todo de índole emocional o social. Su aparición en el ámbito terapéutico es relativamente reciente, aunque en realidad estas mascotas llevan siglos ayudando a sus dueños a superar problemas como la tristeza, la ansiedad o la depresión. Sin embargo, estos no son los únicos beneficios de vivir con un gato.

1. Ayudan a aliviar las tensiones

Un estudio publicado en la revista Hypertension encontró que tener un gato en casa es una solución excelente para aliviar las tensiones y el estrés, como el que experimentan los niños días previos a un examen. En parte, esto se debe a que acariciar a los gatos estimula la segregación de serotonina y dopamina, dos neurotransmisores que favorecen la relajación a nivel cerebral. Además, el contacto directo con estos animales fomenta la producción de oxitocina, la hormona del amor y la seguridad.

2. Mejoran el estado de ánimo

Los niños que tienen un gato se exponen a un riesgo menor de padecer ansiedad y depresión, a la vez que mantienen un estado de ánimo más positivo y optimista, en comparación con quienes no tienen mascotas. Lo que sucede es que los gatos suelen ser muy divertidos por naturaleza, lo cual entretiene a los niños y les hace reír con más frecuencia. Además, el hecho de que sean una excelente compañía también les ayuda a no sentirse solos.

3. Potencian las habilidades sociales

Una investigación publicada en la revista PloS One desveló que tener un gato en casa estimula el desarrollo de las habilidades sociales en los niños, sobre todo en los que padecen autismo. El estudio analizó la evolución de 40 niños con autismo, a quienes les dieron una mascota. Al cabo de algún tiempo encontraron que los pequeños que habían vivido con un gato habían desarrollado mejores habilidades sociales, eran más empáticos y comunicativos, en comparación con aquellos que no tenían una mascota en casa.

4. Fortalecen el sistema inmunitario

Un estudio realizado por expertos de la Universidad de Wisconsin encontró que los niños que vivían con un gato tenían un 19% menos de probabilidades de desarrollar cualquier tipo de alergia, en comparación con quienes no tenían mascotas. Lo que sucede es que la caspa que se encuentra en la piel de los gatos hace que los niños se vuelvan más resistentes a los alérgenos, que son los responsables de la aparición de las alergias y el asma.

5. Reducen el riesgo de padecer infecciones respiratorias

Una investigación publicada en la revista Pediatrics desveló que vivir con un gato durante el primer año de vida aumenta la resistencia de los niños a las infecciones respiratorias en el futuro. Los expertos analizaron la frecuencia con la que aparecían síntomas de infección respiratoria en 397 niños, de los cuales un grupo tenía mascota y otro no. Al contrastar los resultados comprobaron que los niños que tenían mascota presentaban menos infecciones respiratorias y otitis, en comparación con aquellos que no tenían animales en casa.

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