La alimentación de alto valor es un mecanismo dietético que prioriza el consumo de alimentos con alta densidad nutricional y que no está sujeto a restricciones estrictas. Incluso los productos poco saludables podrían tener cabida aquí.

No obstante, en este último caso, se buscaría que la presencia de los productos poco saludables sea siempre en cantidades controladas para que no lleguen a causar perjuicios en el medio interno. Lo importante, en este caso, es hacer caso a las señales del organismo y escuchar las necesidades de cada momento.

Antes de comenzar, hay que destacar que mantener una dieta saludable es clave para conseguir un buen estado de salud con el paso del tiempo. Para ello, conviene garantizar la variedad y el equilibrio a nivel energético.

Para esto último no hace falta contar calorías constantemente. En muchas ocasiones, será suficiente con guiarse por los mecanismos de apetito y saciedad, pues en muchas personas funcionan de manera óptima.

Las bases de la alimentación de alto valor

Uno de los principios de la alimentación de alto valor consiste en elegir de manera rutinaria aquellos comestibles frescos que son capaces de aportar una buena cantidad de nutrientes de calidad.

Así, se asegura que se cubren los requerimientos nutricionales, lo que contribuirá a evitar déficits que puedan condicionar negativamente el funcionamiento del organismo. Ahora bien, tampoco hay que obsesionarse con esto, no pasa nada por darse un capricho de vez en cuando.

Como norma general, hay que destacar que muchas dietas son insuficientes en elementos como las proteínas. Estas han demostrado ser fundamentales para evitar el desarrollo de patologías que pueden afectar a la masa magra, como es el caso de la sarcopenia. Incluir alimentos de origen animal de forma regular en la pauta, por ejemplo, ayudará a prevenir este problema, garantizando la recuperación del tejido tras cada jornada. 

Por otra parte, será determinante el hecho de asegurar la ingesta de micronutrientes presentes en los productos frescos. Estos se encuentran siempre en pequeñas cantidades, pero son necesarios para que el organismo funcione correctamente.

Los mencionados micronutrientes participan en multitud de procesos fisiológicos distintos. En caso de déficit, habría que recurrir a la suplementación para evitar el desarrollo de problemas crónicos.

Los procesados en la alimentación de alto valor

En general, se desaconseja la presencia habitual de procesados industriales en la pauta de alimentación. Estos productos concentran en su interior azúcares simples, grasas trans y aditivos artificiales en su interior que podrían ser perjudiciales para la salud humana. Dichos lípidos incrementan los niveles de inflamación en el medio interno, condicionando el estado de salud. Así lo evidencia una investigación publicada en BMJ.

De todos modos, no hay que eliminar estos comestibles totalmente de la dieta, ni sentirse culpable tras su consumo. La alimentación de valor indica que no pasa nada por plantear una ingesta puntual, siempre que se englobe dentro del marco de una pauta equilibrada y variada. Mientras se priorice la presencia de alimentos frescos en la dieta, esto no debería ser perjudicial.

En este sentido, la alimentación de valor defiende que no existen alimentos buenos o malos como tal, sino que todo depende del contexto. Por ejemplo, los azúcares simples en exceso pueden ser negativos para las personas sedentarias. Según un estudio publicado en Current Diabetes Reports, incrementan el riesgo de desarrollar diabetes. Sin embargo, para los deportistas son necesarios en cantidades relativamente elevadas.

La importancia de los hábitos

Ahora bien, para mantener un buen estado de salud habría que combinar la alimentación de valor con una serie de hábitos a lo largo del tiempo. Por ejemplo, será determinante realizar actividad física de manera regular, priorizando sobre todo el trabajo de fuerza muscular. De este modo, se mantiene controlada la inflamación en el medio interno, consiguiendo que los procesos fisiológicos se ejecuten de forma eficiente.

Del mismo modo, conviene asegurar 7 u 8 horas de sueño de buena calidad cada noche. Durante el descanso, el cuerpo humano lleva a cabo una serie de procesos de reparación de los tejidos, esenciales para que todo funcione de manera correcta al día siguiente. Además, se eliminarán metabolitos tóxicos que se han generado a lo largo del día.

Alimentación de alto valor, un mecanismo dietético que busca la salud

Como has podido comprobar, la alimentación de alto valor es un tipo de dieta flexible que tiene como objetivo ayudar a mejorar el estado de salud. No se centra tanto en las calorías ni en el aporte de un determinado nutriente en concreto. Focaliza en las sensaciones y en la variedad de la dieta, con promoción de los alimentos frescos, pero sin ejercer restricciones. De este modo, se asegura la adherencia y la sostenibilidad.

Por último, hay que hacer especial hincapié en la necesidad de  tener cuidado con las dietas restrictivas. Muchas de ellas acaban generando ansiedad con el paso del tiempo. A partir de aquí, es posible que se experimente un efecto rebote posterior que resulte muy contraproducente. Siempre es mejor plantear algo más flexible.

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