La odontología preventiva no se puede confundir con la odontología conservadora, centrada en la restauración de los tejidos duros del diente que se han dañado debido a caries, traumatismos o alteraciones, con el objetivo de evitar extraer, y por tanto conservar, la pieza original del paciente.
Se considera prevención no solo el proceso encargado de prevenir la aparición de una afección, sino también los mecanismos que se ponen en marcha para detener su progreso hasta llegar a la completa curación o, al menos, hasta aminorar al máximo su progreso.
Además, una buena odontología preventiva es aquella que consigue y mantiene un ambiente libre de microbios durante cualquier procedimiento odontológico en un paciente. Esto incluye, entre otros, al gabinete dental, los instrumentos dentales, el equipo dental o, sin ir más lejos, unos guantes estériles.